Las protestas en la ciudad de Minneapolis, en el estado de Minnesota, Estados Unidos, no parecen estar ni cerca de terminarse. Comercios saqueados, automóviles destruidos. Todo motivado, con la discrepancia del presidente Donald Trump, por la muerte de un hombre de etnia afroamericana, llamado Floyd George, a manos de un oficial de policía.
Las protestas escalaron a tal punto que el gobernador del estado de Minnesota, el demócrata Tim Walz, ordenó la puesta en estado de alerta de toda la Guardia Nacional del estado, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. La decisión de movilizar la Guardia Nacional, que es parte de la Reserva del Ejército de EEUU, obedece a lo que Walz calificó de “una situación que no tiene nada que ver con la muerte de George Floyd”, sino que “tiene que ver con ataques a la sociedad civil, la propagación del miedo, y alterar la vida en nuestras grandes ciudades”.
Esta movilización, que constará de 13.000 efectivos, es el mayor despliegue de fuerza en ese territorio desde las guerras que exterminaron a la mayor parte de la población indígena hace 160 años, cuando el estado ofrecía una recompensa de 200 dólares, una cantidad fabulosa para la época, por cada aborigen muerto.
Según Walz, los dos mayores conglomerados urbanos del estado, Minneapolis y St. Paul, “están bajo asalto”. A su vez, agregó que 80% de los manifestantes violentos proceden de fuera del estado, aunque no ha dado ninguna prueba que avale esa afirmación. A día de hoy, ya hay desplegados 2.500 soldados de la Guarda Nacional en las calles de Minneapolis y St. Paul.