Crisis

En Salta la situación es desesperante "no hay nadie en los bares y los dueños no saben como van a pagar"

La tercera semana de enero se convirtió en una pesadilla para hoteleros y gastronómicos en Salta, con la temporada de verano alcanzando niveles de baja ocupación nunca antes vistos

La temporada de verano presenta una baja histórica para hoteleros y gastronómicos en Salta, con una ocupación y ventas que rondan el 40%. El aumento de costos, alquileres elevados y la escasa circulación de dinero se convirtieron un desafío insuperable para los empresarios del sector.

La tercera semana de enero se convirtió en una pesadilla para hoteleros y gastronómicos en Salta, con la temporada de verano alcanzando niveles de baja ocupación nunca antes vistos. A pesar de la prudencia de los funcionarios, se vislumbra un panorama negativo para el sector, afectado por la situación económica del país, la inflación y la falta de previsibilidad de precios.

Los gastronómicos experimentan una caída del 40% en las ventas, atribuida a días lluviosos y a la significativa disminución del poder adquisitivo de los salarios. Incluso en lugares frecuentados por locales, como el Paseo de los Poetas, se observa poca concurrencia. La cultura de llevar la comida para consumirla en plazas o hoteles se vuelve común entre turistas que buscan opciones más accesibles.

El aumento constante de precios ha convertido al turista en un consumidor más cauteloso, enfrentándose a valores que superan los estándares internacionales. Algunos empresarios admiten no trasladar los aumentos de costos a los precios, ya que serían considerados "impagables". A pesar de la disminución de márgenes de ganancia, Salta sigue siendo más cara que otros destinos regionales, generando una paradoja económica.

La baja afluencia de turistas bolivianos y chilenos se atribuye a la percepción de que Salta está más cara en dólares que ciudades en sus propios países. La falta de visitantes impacta directamente en bares y restaurantes, que enfrentan noches con mesas vacías.

La ocupación hotelera se sitúa en el 40%, y los intentos de promociones para atraer a más visitantes resultan infructuosos. Cierres de hoteles, confiterías y restaurantes son cada vez más frecuentes, ya que la renovación de alquileres se dispara. Ejemplos como el aumento de alquiler de un restaurante de 1.3 millones a 5 millones de pesos mensuales evidencian las dificultades que enfrentan los empresarios. Comercios del centro, dedicados a la venta de artesanías y productos regionales, también cierran debido al aumento de alquileres, servicios e impuestos, exacerbando la crisis económica en el sector.

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