Mucho ruido
La aprobación de la ordenanza que habilitó la venta de pirotecnia lumínica desató un verdadero caos en una ciudad que, desde 2017 a la fecha, había dejado atrás esa costumbre de tirar petardos, luces y cañitas como si se acabara el mundo.
Atrás habían quedado esas absurdas competencias de "a ver quién tira más", que no solo generaba ese teórico y simpático enfrentamiento entre vecinos, sino también el daño en aquellos que sufrían con el ruido en su máxima potencia y esplendor.
El problema no era esa competencia porque, en definitiva mientras sea dentro de los márgenes de la ley cada uno se divierte y gasta su dinero como más le guste , sino la agresión que recibían las personas con Trastornos del Espectro Autista, las mascotas, las heridas que se producían por las malas manipulaciones y los incendios que provocaban las cañitas que caían sobre malezas o matas.
El esforzado trabajo de la conciencia derrumbado de apuro
Las madres y padres TEA, los y las mascoteras trabajaron durante años para generar esa conciencia que se cristalizó con la ordenanza de prohibición, que fue un antes y después para esa parte de la sociedad directamente afectada por la pirotecnia y para Comodoro en general.
Sin que hasta el momento haya habido fundamentos razonables, porque convengamos que no hubo manifestaciones de vecinos pidiendo que vuelva esa costumbre, a partir de un proyecto del concejal Ariel Montenegro, se habilitó la venta y uso de la denominada pirotecnia lumínica o sin ruido, algo que es falso ya que, si bien puede ser considerado menor al resto, ruido hacen.
Luego de hacer algunas pruebas, en las que se midió el impacto, que vaya a saber con que parámetros se estableció que no era significativo, se liberó el terreno para la aprobación de la ordenanza que, como tenía rechazo social, igual quedó sin tratamiento durante varios meses hasta que, casi sin anuncio previo, se aprobó de apuro un mes antes de las fiestas. Es decir que, si se hubiese querido trabajar en una campaña de información y concientización, en la que se genere conciencia y se alerte sobre el daño que genera la pirotecnia prohibida, no había tiempo. Tampoco para fortalecer controles, tanto sobre la venta ilegal como sobre el mal uso en violación a la reciente ordenanza.
El silencio tiene acción
De todos modos, pese a ese poco tiempo, las organizaciones TEA y mascoteras, recordaron a quienes quisieron y debieron oírlas el daño que la pirotecnia causó y volvería a causar. Deliberadamente no fueron ni escuchadas ni atendidas.
Las notas presentadas al Concejo, que en realidad ya se había sacado el tema de encima, y en el municipio no recibieron otra respuesta que la promulgación de la ordenanza, que el intendente Othar Macharashvili optó porque sea automática, es decir sin tomar determinación alguna (promulgar con su firma o vetar).
El intendente esquivó publica e institucionalmente el tema y dejó que la ordenanza se promulgue sola, sin ninguna acción de su parte.
El propio secretario de Control Operativo, Ricardo Gaitán, encargado de establecer los controles de venta ilegal, en varias entrevistas adelantó su oposición a título personal de la ordenanza y el reconocimiento de que, pese al esfuerzo que se ponga, el control de la misma iba a ser imposible.
Pasó lo que todo el mundo sabía que iba a suceder
El resultado de la ordenanza sancionada y promulgada automáticamente se comenzó a ver y sobre todo oír apenas sancionada. Como mínimo, unos 15 días antes del 24, en distintos sectores de la ciudad se tiró pirotecnia prohibida a la vista y oídos de todo el mundo. Un caso paradigmático fue lo que, durante varias noches, sucedió en Polonia casi Canadá, donde en la vereda una familia hizo gala de los juegos de estruendo.
Pese a las denuncias, no hubo intervención alguna porque las mismas se perdieron en el intrincado camino burocrático que va desde el municipio a la seccional de policía o viceversa.
En noche buena y navidad pasó lo que se sabía iba a pasar. La pirotecnia no solo fue lumínica sino de alto estruendo, como en aquellas viejas épocas. El resultado: heridos en el hospital Regional, mascotas sufrientes y perdidas, personas TEA con ataques de pánico, e incendio de pastizales por doquier.
Las otras heridas que deja la pirotecnia
El concejal Ariel Montenegro reconoció que, con la ordenanza impulsada, se abrió la ventana a que se venda y se tire la pirotecnia no autorizada. En su defensa, el edil señaló que, evidentemente, no se entendió la normativa y también aludió a la falta de empatía de la gente.
El intendente, ante la consulta periodística si se iban a reforzar los controles el 31, dijo "si, por supuesto", y no respondió más preguntas del tema porque, ante lo sucedido en Navidad, qué duda cabe que para fin de año la cosa será peor y que, a esta altura, ya nada se puede hacer para frenar el estruendo y sus daños.
Rápido de reflejos, en la misma sesión en la que se aprobó el presupuesto, el bloque de Despierta Chubut presentó un proyecto para derogar la ordenanza, que obviamente quedó en comisión donde, con suerte, se tratará en marzo. El gobernador Ignacio Torres también metió púa y se pronunció a favor de la eliminación de la ordenanza.
Y el propio senador Carlos Linares, del mismo espacio político que el intendente, valoró la ordenanza aprobada durante su gestión como intendente y de Juan Pablo Luque al frente del Concejo Deliberante en aquel momento, y sentenció como "un retroceso" la modificación aprobada en la actual gestión.
Se trató, en definitiva, de una crónica de un desacierto anunciado y estruendoso porque, no había que tener tanta lucidez, para predecir lo que iba a generar esta ordenanza cuyos efectos nocivos no se evitaron con la promulgación automática, sino que se agravaron.
La ordenanza, con el efecto que tuvo y con estas voces opinando, pugnando y jugando su partido, hace más ruido y daño que el que, ya se sabía, iba a ocasionar al reflotar innecesariamente un tema ya superado social y comunitariamente en Comodoro Rivadavia.