Brasil: las favelas quedan a merced de la crueldad del coronavirus
En su avance, el coronavirus llegó a las favelas. En Río de Janeiro, la primera fue Cidade de Deus.
En la parte más pobre de la favela Cidade de Deus, en Río de Janeiro, Estrelita Pereira, de 68 años, vive en un monoambiente de unos 30 metros cuadrados que hacen de dormitorio y cocina.
En esta pieza, donde la única ventilación es la puerta, conviven varias personas: “Yo, mi hijo, mi nuera y mis tres nietas”, cuenta Estrelita. Ella es diabética. En el cuarto de baño, sale sólo un hilo de agua cuando abre la llave.
Una vecina, Juliana Peixoto, vive prácticamente en las mismas condiciones. Tiene dos hijas y no puede ni siquiera lavar la ropa: “Vamos a casas en las que haya agua y llenamos baldes o botellas”, dice, añadiendo que no hay higiene.
Más del 30% de los brasileños no tienen acceso a la red de agua o saneamiento básico. En las favelas se juntan la deficiencia estructural de los hogares con la superpoblación. Las calles de Cidade de Deus están llenas y más ahora que muchos de sus habitantes, trabajadores informales, vendedores callejeros o desempleados, no salen de la favela para trabajar.
“Trabajo en la playa, pero están multando a quien intenta vender, ese coronavirus no le está ayudando a nadie”, explica Dindo Vandei. Su vecino y colega de trabajo, Sebastião Alexandre, afirma que saldrá para trabajar si tiene oportunidad a pesar de ser diabético e hipertenso.
Vecinos de la misma favela, organizados en la asociación Frente Cidade De Deus, recogen donaciones y las distribuyen. Son simples kits de limpieza con un poco de detergente y jabón, cosas de poco valor monetario que faltan a “personas que están sin ganar dinero, pensionistas, ancianas que verdaderamente no tienen cómo comprar esos productos”, indica Fátima Santos, que forma parte de la asociación.